En una era marcada por el consumo rápido y la saturación visual, el minimalismo ha ganado terreno en México como una alternativa que promueve la calma, la funcionalidad y la idea de vivir con menos. Este movimiento, nacido en los años sesenta en Estados Unidos y Japón, comenzó como una corriente artística enfocada en la pureza estética y el equilibrio, pero hoy se ha convertido en un estilo de vida que impacta desde los hogares hasta la identidad cultural mexicana.

En ciudades como Ciudad de México, Guadalajara o Monterrey, se refleja en espacios pequeños, cafés con decoración sencilla, tiendas con productos naturales y ropa de tonos neutros. Incluso en redes sociales, creadores de contenido y marcas mexicanas difunden la idea de “vivir con propósito”, apelando a un público joven que busca bienestar emocional y sustentabilidad.
Sin embargo, el minimalismo también enfrenta críticas: algunos expertos advierten que puede chocar con la estética colorida y simbólica que caracteriza al país. En respuesta, ha surgido el llamado “meximalismo”, una tendencia que reivindica la abundancia visual y la mezcla de texturas, colores y tradiciones. Más que una moda decorativa, este movimiento busca preservar el espíritu vibrante y emocional del diseño mexicano.

Fotos: Casa Luis Barragán