En 2022, Danella Gallegos, una mujer sin hogar de 38 años, despertó del coma en un hospital de Albuquerque justo antes de ser operada para donar sus órganos. Su familia había autorizado el procedimiento tras recibir un pronóstico irreversible, pero horas antes notaron lágrimas y movimientos. El día de la cirugía, un médico le pidió parpadear y ella respondió, lo que llevó a cancelar la operación.
El caso forma parte de una investigación del New York Times que documenta presiones para acelerar trasplantes, incluso ante signos de vida. Otros dos pacientes en Kentucky y Alabama también fueron declarados aptos para donar, pero mostraron actividad vital en quirófano.
En EE.UU., más de 103 mil personas esperan un trasplante y cada día mueren 13 por falta de órganos, lo que ha generado un debate sobre protocolos y seguridad de los donantes.