En medio de la solemnidad del Cónclave que elegirá al próximo papa, destaca una figura poco habitual: Mykola Bychok, el cardenal más joven del Colegio Cardenalicio. Con solo 45 años, este religioso nacido en Ucrania se ha convertido en un símbolo de renovación dentro de la Iglesia católica.
Bychok, actualmente obispo en Melbourne, Australia, fue nombrado cardenal por el Papa Francisco el pasado 7 de diciembre de 2024, en lo que resultó ser el último consistorio del pontífice fallecido el lunes. Su presencia en el Cónclave subraya el carácter global y diverso del grupo de 117 cardenales electores, procedentes de 71 países, que deberán elegir al próximo líder espiritual de más de 1,300 millones de católicos.
Tras su nombramiento, Bychok expresó que nunca imaginó ocupar un cargo tan alto a su edad. “Esperaba ser solo un redentorista, un sacerdote y ya”, dijo entonces a medios australianos, dejando claro su enfoque pastoral y humilde.
En su página de Facebook, ha pedido oraciones para que el Espíritu Santo guíe la elección del nuevo Papa, y ha reiterado su compromiso con su comunidad, describiéndose como un cardenal “flexible, santo y accesible”.
Nacido en Ucrania, Bychok ha sido una de las voces más firmes dentro de la Iglesia contra la invasión rusa, calificándola abiertamente como un “genocidio”. En su última reunión con el Papa Francisco le pidió orar por su país natal, y ahora ha expresado su esperanza de que el difunto pontífice interceda ante Cristo por los pueblos de Ucrania y Australia.
Bychok representará una visión más joven dentro del cónclave, en contraste con figuras como el español Carlos Osoro Sierra, de 79 años, el más longevo entre los electores. Otros dos cardenales aún mayores, el italiano Ángelo Acerbi y el argentino Esteban Estanislao, ambos de 99 años, quedan fuera del proceso electoral por superar los 80 años, edad máxima permitida para participar.
La elección del nuevo Papa se presenta como una oportunidad para la Iglesia de reconciliar posturas conservadoras y progresistas, en un contexto global marcado por tensiones geopolíticas, retos migratorios y debates internos sobre el rol de la mujer, la diversidad y el futuro del celibato.