El expresidente francés Nicolas Sarkozy ha sido condenado de forma definitiva a tres años de prisión, uno de ellos bajo arresto domiciliario con brazalete electrónico, por corrupción y tráfico de influencias. La sentencia, inédita para un exmandatario de Francia, también incluye tres años de inhabilitación para ocupar cargos políticos electos.
Sarkozy fue encontrado culpable en el llamado caso Bismuth, donde se probó que, en 2014, junto con su abogado Thierry Herzog, estableció un “pacto de corrupción” con Gilbert Azibert, alto magistrado del Tribunal de Casación. La maniobra buscaba obtener información y presionar en el caso Bettencourt, a cambio de un puesto honorífico en Mónaco para Azibert.
Aunque Sarkozy ha aceptado la sanción, ha anunciado que recurrirá ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, calificando la decisión de “profundamente injusta”. No obstante, el recurso no frenará la ejecución de su pena. A partir de enero, cuando cumpla 70 años, podrá solicitar libertad condicional, aunque su concesión no está garantizada.
El caso ha generado un intenso debate político y jurídico en Francia, dado el peso que Sarkozy, presidente entre 2007 y 2012, sigue teniendo en el país.