La incursión de casi 20 drones rusos en el espacio aéreo de Polonia encendió las alarmas en la OTAN, que por primera vez ordenó a sus aviones responder ante una amenaza de este tipo en territorio aliado. Varsovia confirmó que varias de estas aeronaves no tripuladas fueron derribadas por cazas de la alianza, mientras equipos de emergencia polacos recuperaron restos de los aparatos.
Aunque líderes europeos condenaron de inmediato a Moscú, la reacción del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, fue ambigua y se limitó a un mensaje en redes sociales que dejó dudas sobre el compromiso de Washington con el Artículo 5. El asesinato de Charlie Kirk, aliado político de Trump, ocurrido horas después en Utah, desvió aún más la atención del mandatario.
Expertos consideran que la maniobra rusa busca dividir a los aliados y sembrar incertidumbre sobre la defensa colectiva. En respuesta, la OTAN y la Unión Europea evalúan incrementar la inversión en defensa aérea, construir un “muro antidrones” y enviar armamento de largo alcance a Ucrania como muestra de firmeza.