El cometa interestelar 3I/ATLAS volvió a captar la atención global luego de que el radiotelescopio sudafricano MeerKAT registrara por primera vez una señal asociada a su actividad. Desde su aparición en julio de 2025, este objeto —el tercero de origen interestelar detectado— ha generado teorías que van desde su comportamiento atípico hasta la posibilidad de que sea una sonda extraterrestre, impulsadas por voces como la del astrofísico Avi Loeb. No obstante, la evidencia científica apunta de nuevo a un origen completamente natural.
La señal captada el 24 de octubre corresponde a líneas de absorción de radicales hidroxilo (OH) en frecuencias de 1665 y 1667 MHz, producto de la descomposición del agua por la luz solar, un proceso típico en cometas. El hallazgo, reportado en The Astronomer’s Telegram, fue posible gracias a la posición favorable del cometa días antes de su perihelio. Si 3I/ATLAS fuera una estructura metálica artificial, estos compuestos no podrían detectarse, señalaron los investigadores.
A pesar de que intentos anteriores del mismo radiotelescopio no habían tenido éxito, la nueva observación fortalece la conclusión de que se trata de un cometa activo y no de tecnología alienígena. Expertos como Qicheng Zhang han desmentido rumores de fragmentación o comportamientos anómalos, mientras que otros astrofísicos, como Jason T. Wright, cuestionan las interpretaciones más especulativas.
3I/ATLAS, estimado en más de 7,000 millones de años, destaca por su composición poco común, rica en dióxido de carbono y con apenas trazas de agua según algunas mediciones del telescopio James Webb. Sin embargo, otras observaciones sí han detectado desgasificación acuosa, lo que ha generado debates científicos más vinculados a la física y química de cometas que a escenarios fantásticos.
El objeto alcanzará su mayor aproximación a la Tierra el 19 de diciembre y luego pasará cerca de Júpiter en marzo de 2026. Su trayectoria ofrece una oportunidad única para estudiar material antiguo proveniente de otros sistemas planetarios, recordando que la ciencia aún explora los límites de lo desconocido sin necesidad de recurrir a explicaciones extraordinarias sin evidencia.