Desde el 1 de julio de 2025, las autoridades rusas iniciaron el bloqueo de líneas telefónicas móviles a residentes extranjeros sin pasaporte diplomático que no hayan entregado sus datos biométricos. Esta medida, que no afecta a ciudadanos rusos, ya está dejando incomunicados a millones de migrantes y visitantes extranjeros, generando alarma internacional por su alcance y consecuencias.
Para mantener su número activo, los extranjeros deben registrar su fotografía, huellas dactilares y voz, así como obtener un número de seguridad social ruso (SNILS) y vincularlo a su cuenta bancaria y plataforma digital oficial Gosuslugui. Todo esto debe completarse en un plazo de 30 días desde el inicio de julio, o sus servicios de telefonía móvil e internet serán cancelados.
Esta política también impide que turistas adquieran una tarjeta SIM al llegar, afectando actividades básicas como reservar taxis o usar mapas sin conexión Wi-Fi, a menos que paguen tarifas altas de roaming internacional.
El gobierno ruso justifica la medida por “motivos de seguridad” debido a la guerra en Ucrania, argumentando que con ello se evitan actos terroristas y el uso de SIMs rusas para controlar drones enemigos. También se busca reducir el fraude telefónico, aunque muchas personas afectadas ni siquiera dominan el idioma ruso, lo que complica aún más el proceso.
Activistas y defensores de derechos humanos advierten que esta acción forma parte de una tendencia más amplia de vigilancia masiva en Rusia, donde ya existen registros extensivos de llamadas, mensajes e internet, además del uso de reconocimiento facial en espacios públicos.