Entre aplausos, lágrimas y canciones, el Palacio de Bellas Artes abrió sus puertas para rendir homenaje póstumo a Silvia Pinal, la última gran estrella de la Época de Oro del cine mexicano. Desde las primeras horas del día, cientos de admiradores se congregaron para despedir a la actriz, considerada un ícono del arte escénico en México.
El cortejo fúnebre partió del velatorio escoltado por motociclistas de la Cimopc y decenas de vehículos. A lo largo del trayecto, el público se unió al adiós con pañuelos blancos, aplausos y gritos de “¡Te queremos, Silvia!”. La llegada a Bellas Artes fue recibida con fervor, donde miles de personas aguardaban ansiosas su turno para acercarse al féretro y rendir tributo.
Las emociones florecieron con canciones como La ley del monte y Amor eterno, mientras los asistentes, algunos con pancartas, flores y fotografías, exaltaban el legado de Pinal. Una multitud conmovida se despidió de quien, como dijo un admirador, “es nuestra Marilyn”, haciendo eco de la trascendencia y conexión que tuvo con el pueblo mexicano.
El homenaje culminó bajo el sol tenue de la tarde, con el féretro partiendo nuevamente, dejando tras de sí el eco de un amor colectivo que mantendrá viva la memoria de la gran diva.