La Casa Blanca confirmó este martes que el presidente Donald Trump alcanzó un acuerdo con los fabricantes de automóviles que operan en Estados Unidos para mitigar el impacto de los aranceles impuestos sobre las importaciones vehiculares, ofreciendo reembolsos a quienes produzcan dentro del país.
Durante su trayecto a Míchigan —donde celebrará los primeros 100 días de su segundo mandato— Trump explicó que su intención es facilitar “una transición a corto plazo” para las empresas afectadas. “Si no consiguen piezas, no queríamos penalizarlos”, dijo el mandatario, reafirmando su enfoque de “Estados Unidos primero” en política comercial.
El nuevo esquema establece un reembolso del 15 % durante el primer año para los fabricantes que ensamblen vehículos dentro de EE. UU., y del 10 % el segundo año. Esta medida busca dar tiempo a las empresas para reubicar sus cadenas de suministro y producción en territorio estadounidense. El alivio será aplicable tanto a firmas locales como extranjeras, como BMW (Carolina del Sur) y Mercedes Benz (Alabama), siempre que sus fábricas operen en suelo estadounidense.
Los aranceles del 25 % sobre autos importados se mantendrán, pero se buscará evitar la duplicidad de gravámenes como los ya existentes sobre el acero y el aluminio, que también impactan la cadena de valor automotriz. Según la Casa Blanca, esto evitará que los costos se acumulen de forma excesiva y afecten al consumidor final.
La portavoz presidencial Karoline Leavitt adelantó que Trump firmará este mismo martes una orden ejecutiva formalizando las medidas. Se espera que el documento incluya detalles sobre los mecanismos de devolución y requisitos para las automotrices.
El secretario de Comercio, Howard Lutnick, calificó el acuerdo como “una gran victoria para la política comercial del presidente”, señalando que premia a quienes invierten y generan empleo en el país. Por su parte, el gobierno busca contener las críticas a su política económica y migratoria, mientras el índice de aprobación de Trump se mantiene estable en 42 %, con una desaprobación del 53 %, según una encuesta de Reuters.
El pacto con las automotrices también intenta calmar a los sectores productivos preocupados por el endurecimiento arancelario, justo cuando se aceleran los esfuerzos del presidente por consolidar su plan de relocalización industrial.