La administración del presidente Donald Trump ha desatado una nueva polémica al promover una campaña en redes sociales que anima a la población a denunciar a migrantes indocumentados. A través de un cartel difundido por el Departamento de Seguridad Nacional (DHS), se invita a los estadounidenses a “ayudar a su país” reportando a los “invasores extranjeros” al número del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE).
El cartel, con una imagen estilo propaganda de guerra del Tío Sam, ha sido duramente criticado por activistas, analistas y defensores de derechos humanos, quienes advierten que esta iniciativa institucionaliza la xenofobia y refuerza una visión de los migrantes como enemigos del Estado. Según reportes, el diseño fue inspirado en un gráfico difundido días antes por un supremacista blanco en la red X (antes Twitter).
Sam Worthington, exlíder de InterAction, comparó esta campaña con prácticas del fascismo moderno y acusó a Trump de impulsar una ideología nacionalista blanca que necesita convertir a los migrantes en chivos expiatorios. En tanto, Aaron Reichlin-Melnick, abogado del Consejo Estadounidense de Inmigración, advirtió que el uso de este tipo de propaganda desde el gobierno “es una señal alarmante del rumbo que está tomando el país”.
Organizaciones como CHIRLA y COFEM también condenaron la medida. “Nos tratan como si estuviéramos en guerra”, dijo Jorge Mario Cabrera, mientras que Francisco Moreno señaló que incluso el despliegue de la Guardia Nacional para redadas migratorias constituye una violación a la Constitución estadounidense.
Para Hernán Molina, analista político en Los Ángeles, el mensaje es claro: “El gobierno se ha quitado la careta. Esta campaña es abiertamente racista y antiinmigrante”. Asegura que el impacto económico de estas medidas será fuerte, afectando a sectores donde los migrantes desempeñan trabajos esenciales.
El especialista Javier Urbano, de la Universidad Iberoamericana, explicó que esta ofensiva antimigrante responde también a la caída en los niveles de aprobación de Trump. Señala que, al apostar por su retórica más dura, el presidente no solo busca votos, sino que también es consciente de que puede alimentar episodios de violencia en contra de los migrantes.