Violencia digital y masculinidades en tensión – UNAM Global

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De acuerdo con Claudio Tzompantzi Miguel, académico de la Facultad de Psicología de la UNAM, la fragilidad masculina no es sinónimo de debilidad, sino de una inseguridad profundamente arraigada en torno a lo que significa “ser hombre” en sociedades patriarcales.

Jesús Gustavo Cancino, cirujano estético originario de Tapachula, Chiapas, renunció al título de Mister Model México tras enfrentar acoso en línea. La noticia se dio a conocer a través de un comunicado difundido en sus redes sociales, en el que afirma su profunda tristeza, pero también su decisión de priorizar su bienestar emocional ante las agresiones.

¿Frágil masculinidad?

Este caso abrió un debate sobre masculinidades, belleza y violencia digital. En las últimas décadas ha emergido con fuerza el concepto de “frágil masculinidad”, una noción que describe cómo muchos hombres se sienten amenazados cuando se cuestionan los mandatos de género, al grado de reaccionar con burla, negación o agresión ante comportamientos considerados femeninos o no viriles.

De acuerdo con Claudio Tzompantzi Miguel, académico de la Facultad de Psicología de la UNAM, la fragilidad masculina no es sinónimo de debilidad, sino de una inseguridad profundamente arraigada en torno a lo que significa “ser hombre” en sociedades patriarcales.

“La masculinidad frágil se manifiesta cuando los hombres sienten que deben demostrar constantemente su virilidad y su superioridad frente a lo femenino. Es una reacción defensiva, no una forma sana de identidad”, explica el especialista.

La jaula de los estereotipos

Desde temprana edad, a muchos varones se les enseña que llorar es de débiles, que deben ser proveedores, dominantes, fuertes y, sobre todo, no parecer “afeminados”. Este conjunto de expectativas conforma lo que se ha llamado masculinidad hegemónica, y cuando un hombre siente que no la cumple —o que alguien más la pone en duda—, puede reaccionar con rechazo, ridiculización o incluso violencia.

Tzompantzi Miguel subraya que esto no solo afecta a quienes se salen de la norma, sino también a los propios hombres que se ven obligados a reprimir emociones, vulnerabilidades o intereses que no encajan con ese modelo.

“Los hombres también son víctimas de este sistema. Muchos viven con miedo a ser juzgados por sus pares, se callan cuando sufren o creen que su valor como personas depende de cuánto ganan o cuántas mujeres han tenido. Eso también es una forma de violencia”, afirma.

¿Qué tiene de frágil?

Lo “frágil” no se refiere a que los hombres sean débiles por naturaleza, sino a lo inestable y defensivo del modelo que se les impone. Cualquier cosa que lo desafíe —usar ropa rosa, mostrar afecto entre hombres, pedir ayuda, quedarse en casa a cuidar hijos— es vista como una amenaza y, a menudo, provoca una reacción exagerada.

Algunos estudios muestran, por ejemplo, que hombres heterosexuales que sienten que su masculinidad ha sido cuestionada tienden a comportarse de manera más agresiva, hipermasculina o discriminatoria. “Es una armadura que se rompe con facilidad”, añade.

La masculinidad no está en crisis: está en transformación

Aunque muchos medios hablan de una “crisis de la masculinidad”, Tzompantzi Miguel considera que el problema no es la identidad masculina en sí, sino la resistencia al cambio: “Estamos en un momento histórico en que los feminismos, las disidencias sexuales y los movimientos sociales cuestionan los roles tradicionales, y eso genera incomodidad. Pero esa incomodidad es necesaria para evolucionar”.

Más que una crisis, se trata de una oportunidad para construir masculinidades más libres, empáticas y plurales, donde los hombres puedan ser sensibles sin ser juzgados, y donde la hombría no dependa de dominar a otros.

“Necesitamos que los hombres se pregunten: ¿de qué tengo miedo? ¿Por qué me incomoda que otro hombre llore, use falda o abrace a un amigo?, incluso que gane un certamen de belleza. La respuesta no está en reafirmarse como ‘machos’, sino en abrirse a nuevas formas de ser”, propone el experto.

¿Cómo desmontar la fragilidad?

Tzompantzi Miguel sugiere empezar por educar desde la infancia en modelos no sexistas, promover el autocuidado emocional en los varones y abrir espacios donde puedan hablar de sus emociones sin ser ridiculizados. También llama a los medios, a la publicidad y a las escuelas a romper con estereotipos que asocian la masculinidad con la fuerza, el control o la frialdad.

“Los hombres no nacen frágiles; se les educa para temer al ridículo, al rechazo, a la feminidad. Cambiar eso es una tarea colectiva”, concluyó.

Bullying digital

El acoso digital se conoce más comúnmente como bullying, pero también se relaciona con cuestiones de índole sexual. Muchas de las humillaciones, amenazas y agresiones que ocurren en internet no están contempladas en la ley, lo que deja en el abandono a millones de personas, explicó Alejandra Morán, académica de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán en la materia de Derecho Informático.

No siempre se trata de acoso sexual. A veces se trata de degradar, humillar o controlar. Y eso también es violencia, comentó la también responsable del proyecto institucional de Investigación en Derecho Informático (IUSTICS) en la FES Acatlán.

“El entorno psicológico y la academia se han dedicado más a los efectos que a la propia norma, que hubiera sido muy valioso”, añadió la especialista.

No hay motivo para atacar

A veces se cree que la gente ataca por ciertas características, edades, condición económica o apariencia física, pero en realidad no hay motivo. “Es simplemente atacar al que tiene menor poder que el atacante”. Todo el mundo puede ser víctima de acoso digital; cualquier pretexto o razón es infundado.

De hecho, el quinto poder —las redes sociales— facilita enormemente hacerlo, incluso de manera directa, sin arriesgar el físico, el nombre o la reputación, y a veces de forma cobarde, sin revelar la identidad. No hay una razón por la que alguien debería ser acosado o atacado de esa manera.

Los efectos son mayores en el aspecto emocional, destacó la académica universitaria. Por eso, Jesús Gustavo Cancino renunció al título oficial de Mister Model México: después de sufrir acoso en línea, explicó que su salud emocional es lo primero.

¿Hay solución?

La académica propone una solución estructural: incluir una materia sobre ética digital en el tronco común educativo, sin importar la carrera. “Urge alfabetizar en el tema: enseñar qué es el ciberacoso, cómo prevenirlo y qué hacer si se sufre o se presencia”.

Tomado de UNAM Global

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