La tarde del 9 de enero, avionetas sobrevolaron Culiacán, Sinaloa, arrojando volantes que acusaban a 25 artistas e influencers de tener vínculos con “Los Chapitos”, liderados por los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán. Entre los señalados destacan figuras como Peso Pluma y el creador de contenido Markitos Toys, cuyas familias han sufrido recientes ataques armados.
Los panfletos califican a los involucrados como colaboradores, lavadores de dinero y abusadores, además de incluir nombres de cuatro personas ya asesinadas, como Juan Carlos “El Chilango” y Adrián Antonio López Iribe, hermano de “El Compa Camarón”. El mensaje exhorta a la ciudadanía a evitar consumir su contenido, argumentando que estos financian al grupo “Los Sapitos”.
La controversia no es nueva. Influencers como Markitos Toys, Kevin Castro y El Gail han sido señalados por su cercanía con figuras del crimen organizado, mientras que otros como Miguel Vivanco “El Jasper” y Leovardo Aispuro “Gordo Peruci” ya han sido víctimas de la violencia ligada al narcotráfico. Por su parte, músicos como Kiko Ávalos, El Gordo Arce, y El Piyuyi enfrentan acusaciones de glorificar al crimen en su música.
Aunque las autoridades no han confirmado la autenticidad de las acusaciones, los incidentes recientes ponen en el centro del debate el rol de las redes sociales y la música en la normalización de la violencia.