El endurecimiento de la política migratoria de Estados Unidos, desde el inicio del segundo mandato del presidente Donald Trump, provocó que miles de migrantes extranjeros quedaran varados en México. De acuerdo con datos recientes, 66% de estas personas ahora considera a México como su destino final, mientras que solo 31% mantiene la intención de cruzar al país vecino.
Un análisis de la Agencia de la ONU para los Refugiados revela que México dejó de ser únicamente un país de tránsito y se ha convertido en un lugar de destino para personas migrantes y refugiadas, impulsadas por la violencia, la persecución y la falta de oportunidades en sus países de origen.
Cifras oficiales indican que, del 20 de enero al 10 de diciembre de 2025, 11,886 migrantes extranjeros fueron deportados desde Estados Unidos a México. A la par, entre enero y septiembre de este año, más de 58,800 personas solicitaron asilo ante la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados, principalmente en estados como Chiapas, Tabasco, Veracruz y la Ciudad de México.
La Comar reporta que entre 2021 y 2024 se registraron más de 468 mil solicitudes de refugio, aunque solo una de cada tres ha sido resuelta. De los casos concluidos, cerca de 66% obtuvo una resolución positiva, lo que confirma una creciente necesidad de protección internacional en México.
Organizaciones civiles y especialistas advierten que las personas migrantes enfrentan mayores riesgos, debido a la reducción en la entrega de documentos migratorios temporales y a la saturación de albergues, especialmente en el norte del país. Estas condiciones han incrementado la vulnerabilidad de quienes buscan establecerse de forma legal y segura.
A pesar de los retos, la ACNUR destaca que, desde 2021, más de 115 mil personas refugiadas han sido integradas en México mediante programas de empleo formal, contribuyendo con millones de pesos en impuestos y cubriendo vacantes que el mercado laboral mexicano no logra ocupar.
Los datos confirman un cambio de fondo en la migración regional: cada vez más migrantes prefieren quedarse en México, no solo por las restricciones para ingresar a Estados Unidos, sino porque ven en el país una opción real para reconstruir su vida.