Nicolás Maduro ha jurado para un tercer mandato como presidente de Venezuela, tras unas elecciones de julio marcadas por denuncias de fraude y presión internacional para que deje el poder. Aunque el Consejo Nacional Electoral y el Tribunal Supremo validaron su victoria, no se han divulgado detalles del recuento.
La oposición sostiene que su candidato, Edmundo González, fue el verdadero ganador y ha presentado actas que, según ellos, lo demuestran. Organismos internacionales han señalado que el proceso careció de transparencia. González, exembajador de 75 años, huyó a España tras recibir una orden de arresto en septiembre, mientras que María Corina Machado, otra líder opositora, permanece en la clandestinidad.
El gobierno de Maduro ha acusado a la oposición de conspirar en su contra, mientras persisten investigaciones y detenciones de líderes opositores. En una reciente marcha en Caracas, Machado fue brevemente detenida y atacada, en un incidente que el gobierno calificó como un montaje.
La represión no es nueva en Venezuela. Organismos como Naciones Unidas y ONGs han denunciado la creciente persecución a opositores, activistas y medios independientes. Durante protestas recientes, al menos 19 personas fueron detenidas, según la organización Foro Penal.
Maduro inicia este mandato con un país en crisis. Bajo su gestión, la economía colapsó, generando hiperinflación y un éxodo de más de 7 millones de venezolanos. Aunque el gobierno asegura haber logrado un crecimiento económico del 9% el año pasado, esto se dio tras aplicar políticas económicas ortodoxas para frenar la inflación.
Pese a las adversidades, Maduro celebró lo que llama la “resistencia del pueblo” frente a las sanciones internacionales. Sin embargo, su mandato inicia con llamados a una reforma constitucional, mayor regulación a ONGs y restricciones a la oposición, profundizando la división en el país.