Cada vez más estadounidenses están optando por deshacerse de sus vehículos Tesla. La causa principal no es la tecnología ni el rendimiento, sino la figura de Elon Musk, quien se ha convertido en un símbolo político al formar parte del gobierno de Donald Trump. Esta relación ha generado un rechazo generalizado entre muchos de sus antiguos compradores.
De acuerdo con el portal Edmunds, el número de Teslas entregados en concesionarios como parte de pago para adquirir otros autos ha alcanzado un 1.4% del total en marzo, más del triple que el año pasado y el nivel más alto registrado hasta ahora. El descontento con Musk comenzó a crecer desde que donó a la campaña de Trump, pero explotó tras unirse formalmente a su administración y promover recortes que costaron miles de empleos.
La situación es tal que algunos dueños, como Stephanie Barr en Los Ángeles, confiesan estar atrapados entre el gusto por su auto y el rechazo a Musk: “Nos encantan los coches, pero el tipo es una basura”, comentó. Tesla ha perdido casi la mitad de su valor en la bolsa desde que Trump llegó al poder.
Además del desplome financiero, Tesla enfrenta ataques violentos. Vehículos han sido incendiados en estados como Oregón y Colorado, y en Canadá se reportó la destrucción de 80 unidades con cócteles Molotov. Las autoridades lo investigan como “terrorismo doméstico”.
En un intento por revertir el daño, Trump organizó un evento en la Casa Blanca para apoyar la venta de Teslas, prometiendo incluso comprarse uno. Sin embargo, expertos aseguran que la confianza del consumidor ya está quebrada y que otras marcas podrían aprovechar para conquistar a los desencantados dueños de Tesla.