Por primera vez en más de dos siglos, Francia ve a un exjefe de Estado tras las rejas. El expresidente Nicolas Sarkozy, quien gobernó entre 2007 y 2012, ingresó este 21 de octubre de 2025 a la Prisión de la Santé en París, tras ser declarado culpable de financiación ilegal de campaña y condenado a cinco años de prisión, en un caso que involucra presuntos fondos procedentes del régimen de Muamar el Gadafi.
El fallo marca un precedente histórico: ningún líder francés desde el mariscal Philippe Pétain —condenado por colaborar con los nazis durante la Segunda Guerra Mundial— había sido encarcelado tras dejar el poder. Sarkozy, de 70 años, fue hallado culpable de “conspiración criminal”, aunque absuelto de cargos más graves como corrupción y malversación.
El expresidente, que mantiene su inocencia, fue trasladado a una celda de aislamiento de diez metros cuadrados, mientras sus abogados preparan una apelación y una solicitud de libertad condicional.
El caso ha sacudido a la sociedad francesa. Políticos de distintos partidos han expresado posturas encontradas: Manuel Bompard, de la izquierda radical, celebró el fallo como muestra de que “la ley se aplica también a los poderosos”, mientras Marine Le Pen lo calificó de “peligroso precedente”. Por su parte, el presidente Emmanuel Macron pidió respetar tanto el derecho de apelación como la independencia judicial.
Este episodio simboliza el cambio de época en la política francesa: una nación que por décadas toleró la impunidad de sus élites ahora muestra que incluso un expresidente puede rendir cuentas ante la justicia.
En palabras de Sarkozy, días antes de su ingreso a prisión: “No le temo a la cárcel. Mantendré la frente en alto, incluso frente a las puertas”.